martes, 12 de enero de 2010
Lucas critica los presupuestos de 2010 para el distrito Retiro.
El pasado día 14 de diciembre se celebró el Pleno Extraodinario de Presupuestos para el 2010. Algunas voces críticas por parte del PSOE los han calificado como un “despilfarro”. David Lucas, portavoz del Grupo Municipal Socialista en Madrid, ha afirmado que le parece “vergonzoso que 41,1 millones de euros de los presupuestos de 2010 para Retiro vayan destinados a la reforma del Palacio de Cibeles -actual Ayuntamiento-”. Esta cantidad supone el 86% del total del presupuesto, un porcentaje con el que, según Lucas, se podrían haber cubierto muchas necesidades de este distrito, como centros para mayores, la supresión del scalextric en Doctor Esquerdo o la eliminación de infraviviendas.
miércoles, 6 de enero de 2010
Fregonas y maletas de ruedas.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra 05/01/2010
Hubo alguien que inventó la fregona para, en el tiempo del machismo recalcitrante, poner a la mujer de pie en lugar de rodillas a la hora de fregar el suelo, y también existió alguien que inventó la maleta de dos ruedas que hoy usa casi todo aquel que se decide a emprender un viaje para evitar un sobreesfuerzo en su traslado. Ambos inventos vinieron precedidos de otras cuatro genialidades: algunos inventaron el palo, otros el trapo, otros la rueda y otros la maleta. La ocurrencia del de la fregona y del de la maleta de ruedas consistió en unir en un mismo artefacto el palo y el trapo por una parte, y las ruedas y la maleta por otra. Ante esto cabe preguntarse razonablemente: ¿le corresponde algún tipo de propiedad intelectual al inventor de la fregona y al inventor de la maleta de ruedas? Sus creaciones no surgieron de la nada, puesto que unieron dos cosas que ya existían y que, antes que ellos, alguien inventó. Y siguiendo el razonamiento, seguro que antes del de la rueda o del de la maleta, del trapo o del palo, ya hubo alguien que inventó algo que sirvió para que esos artilugios pudieran mezclarse.
Eso que acabo de describir y que permite discutir, cuando no negar, la propiedad intelectual, no ocurre sólo con esos inventos, sino que es la forma que tiene la humanidad de acercarse al proceso de creación. Por eso, resulta chirriante escuchar a algunos creadores musicales y cinematográficos españoles cuando hablan, hasta la náusea, de sus creaciones y de su propiedad intelectual, dañada, según ellos y
Lo que escribo en este instante lo estoy haciendo en un banco de un parque que ha sido diseñado por un arquitecto. Quienes se dedican al ejercicio de la arquitectura también tienen reconocida la propiedad intelectual. Enfrente de donde estoy sentado, miro y observo una escultura, propiedad intelectual de un escultor que se la vendió al Ayuntamiento de la ciudad en la que vivo. Escribiendo en el parque y mirando la escultura me he acordado de las cosas que dijeron algunos creadores, hace unas semanas, a las puertas del Ministerio del Cultura del Gobierno de España y he pensado que, siguiendo sus razonamientos sobre los derechos de autor y la propiedad intelectual, alguien debería venir a cobrarme unos euros por estar disfrutando del espacio que un arquitecto creó y por mirar la escultura que un escultor ideó y modeló. No diré cuántas veces he mirado la escultura, no vaya a ser que
He dejado este escrito para mañana y me he pasado por una frutería a comprar dos kilos de naranjas; el frutero sólo me ha cobrado por lo que he pedido y no ha tenido la ocurrencia de pretender venderme dos kilos de melones, un kilo de limones y tres kilos de manzanas, aunque yo sé que el frutero tiene un huerto en el que cultiva todos esos productos. Me ha servido lo que le he pedido y he pagado religiosamente. A continuación, he pasado por una tienda de discos y he pedido que me vendieran la canción de Joaquín Sabina, Tiramisú de limón, pero, a diferencia del frutero, el dependiente ha pretendido que le comprara 13 canciones más que, por lo visto, es toda la producción del huerto musical de Sabina en la temporada del año 2009. Y no sólo lo pretendía, sino que además quería cobrarme algo más de veinte euros por un estuche de plástico con un disco dentro. Me he negado a llevarme toda la producción del maestro, porque a mí sólo me gusta Tiramisú de limón. El dependiente no entendía lo que yo le decía y yo no entendía lo que me decía él; debe de ser que yo emigré a la sociedad virtual, que no necesita formato para disfrutar de un hecho cultural, y él sigue en territorio analógico, donde la realidad es sólo física. ¡Vamos, que si le digo que le voy a enviar un correo, seguirá pensando que en una semana recibirá una carta mía envuelta en un sobre de papel, con un sello postal y un matasellos!
Si la propiedad intelectual es discutible e incluso se puede negar desde una concepción de izquierdas, no niego que, por juntar palabras que no son nuestras o por unir imágenes que tampoco lo son, se tenga derecho a recibir algún tipo de remuneración en forma de lo que se conoce como derecho de autor, y para ello mi propuesta es la siguiente: 1. Tomar como punto de referencia el importe de ingresos por compensación por copia privada que se ha recaudado con la legislación vigente en los últimos tres años. 2. Que esa cantidad, con las sucesivas actualizaciones, sea garantizada por el Estado para la industria cultural nacional. 3. Que esa cantidad sea repartida entre los creadores de forma transparente, es decir, que se haga en función de los ingresos declarados por venta de sus obras en las respectivas declaraciones de la renta. 4. Que en la declaración de la renta de todos los ciudadanos figure una casilla para destinar una parte de los impuestos a compensar la copia privada.
Los creadores de